Paola Maldonado pierde una hora de su día de lunes a viernes. Media hora en la mañana y en la tarde solo en intentar embarcarse en uno de los articulados de la Metrovía. Ella comenta que pasan tan llenos que le toca ver cruzar las unidades sin poder subirse, porque vienen “a reventar”.

“Llego tarde a mi trabajo, espero alguna unidad decente, que se pueda poner un pie para subirme, porque no me gusta irme pegada con la gente, si no, te faltan el respeto, te pueden robar”, comentó la mujer, quien sale desde la estación Guasmo sur hasta la parada Biblioteca Municipal, en el centro de Guayaquil.