Se revela una preocupante táctica empleada por bandas delincuenciales para esconder armas y municiones en el interior de las cárceles. Con astucia y audacia, estas organizaciones criminales han modificado la estructura física de los centros penitenciarios, enluciendo paredes y pintando los lugares de almacenamiento para ocultar su peligroso arsenal.
Las cárceles de Ecuador, concebidas para reclusión y rehabilitación de delincuentes, ahora se ven infiltradas por una amenaza interna mucho más letal. Ante la ineficacia de los controles de seguridad, las bandas han encontrado formas de mantener su poder y extender su influencia más allá de los muros, convirtiendo los establecimientos penales en auténticos depósitos clandestinos de armas.
Las consecuencias de esta alarmante tendencia son preocupantes, ya que pone en riesgo la vida de reclusos y personal penitenciario, además de permitir que las bandas continúen operando desde dentro de las cárceles. Es urgente que las autoridades tomen medidas efectivas para contrarrestar esta peligrosa realidad y fortalezcan los mecanismos de seguridad, para evitar que los centros penitenciarios se conviertan en fortalezas del crimen organizado.